El mundo digital ha descubierto un océano azul de ideas de negocio en satisfacer deseos, problemas o requerimientos que hasta hace poco nadie tenía, pero también ha permitido encontrarse a quienes comparten un descubrimiento: el mayor paradigma del modelo económico liberal es muy caro e incómodo. Hoy crece una generación de usuarios digitales que no quiere poseer bienes materiales y más bien se conforma con satisfacer sus necesidades y ser más libre contrariando al mayor mito de la economía del siglo XX: más tienes, mejor eres.
Cuando el 2010 Rachel Botsman escribió su libro What´s mine is yours, nadie imaginaba que los primeros ejercicios de economía colaborativa llegarían a tantos sectores como el mundo digital está permitiendo. Hoy, modelos de intercambio (ya sea compra – venta, alquiler, compartir, préstamo o donación) basados en que una persona satisfaga su necesidad de forma compartida con otros que tienen la misma reduciendo así costos, está creciendo en un mundo donde cada vez es más caro e insostenible ambientalmente el voraz modelo de comprar, comprar, comprar.
Y es que cada vez hay más personas que no quieren poseer una casa y cargar con el costo de la hipoteca, mantenimiento y depreciación (dependiendo de la zona), sino que solo necesitan un lugar para vivir (o incluso a veces solo para asearse y dormir), por lo que crecen modelos de co-living, donde una casa puede albergar a varias personas que comparten gastos, pagan un alquiler (más benéfico fiscalmente que una hipoteca) y se sienten libres de dejarlo cuando tengan oportunidad de trasladarse a otro sitio.
Por suerte, cada vez son más las personas que no desean poseer un automóvil, sus seguros, depreciación e intereses de financiamiento, sino que necesitan trasladarse de un lugar a otro, prefiriendo modelos de co-moving como el coche compartido, pool taxi o el mejor y menos innovador de todos: ¡transporte público! (Cuando las ciudades y sus gestiones lo permiten).
Quienes desean tener cada temporada la última colección de ropa, calzado y accesorios de marcas reconocidas están satisfaciendo a miles de usuarios que compran o alquilan esos mismos artículos en plataformas de segunda mano pagando un costo mínimo por verse bien un par de veces (igual que lo hicieron los que sí lo compraron) y no tener que almacenar o seguir pagando las mensualidades del abrigo una vez que ya no te lo vas a poner.
En el aspecto laboral, el número de personas que quieren un espacio inspirador para trabajar pero no desea poseer una oficina, muebles, seguros, alquileres y gastos fijos crece, por lo que espacios públicos y privados de coworking se multiplican por ciudades medianas y grandes con una oferta no solo de espacios para trabajar, tener juntas o imprimir documentos, sino generando nuevas y fuertes comunidades de emprendedores y profesionales nómadas haciendo redes colaborativas a escala global.
Estos modelos se repiten en sectores como los viajes, el mundo financiero o los recursos humanos donde plataformas para colaborar y satisfacer de forma conjunta necesidades específicas están permitiendo a miles de personas encontrar y generar valor a menor costo y de forma más sustentable. ¿Será que aún pensamos y buscamos hacer negocios en el siglo XXI con formas del siglo XX? ¿Qué tan dispuestos estamos a romper el mito de poseer más como símbolo de ser más?
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